Fabricar tambores no es común entre las mujeres, y más sorprende si se trata de una rubia ojos azules como Ella Hoffmann, quien tiene más de 30 años laborando esta inusual faena en Puerto Cabello.
Esta simpática dama menciona en tono risueño que el escritor Arnaldo Jiménez ha dicho que en Venezuela, América y el mundo, ella pareciera ser la primera mujer ojos azules que se dedica a dicha actividad.
A sus 74 años de edad, dice haber hecho de todo, pero declara que su fuerte realmente han sido los tambores. No obstante, más que una trabajadora del cuero y tronco, materiales básicos en la fabricación del tambor, Ella es una artista multifacética, que se ha sumergido en la artesanía, poesía y música.
Su afición por el tambor
“Yo soy tamborera desde hace 33 años”, afirma. Esa pasión comenzó en 1977, después de fundar la agrupación cultural Cantares de mi Pueblo, grupo establecido en Borburata, lugar donde hacía los tambores. “Digo y pregono, contra quien sea, que el primer tambor de Venezuela tuvo que haber salido de Borburata”, asegura.
La artista narra que para esa época iban a la montaña a buscar el tronco. Después de criar el chivo, lo mataba y le aplicaba cal al cuero, extendiéndolo en una madera sobre el techo, donde permanecía de seis a doce meses. Luego lo remojaba tres días antes de la luna menguante, después de lo cual le colocaba “el gorro al tambor”.
Clientes de renombre
Relatando su faena de “tamborera”, recuerda que en los inicios del grupo musical Un Solo Pueblo, éstos visitaron Borburata y se llevaron prestado a Caracas el primer Cumaco que ella fabricó. Asimismo, agrega que durante 10 años elaboró el referido instrumento musical para la agrupación porteña Tambores de San Millán.
Aunque ciertas circunstancias le impiden hacer tambores hoy día, Ella continúa trabajando en pro de la cultura porteña. Frecuentemente dicta talleres de artesanía con “material de provecho” en algunas localidades del municipio, así como en el Idena, Instituto de Educación de Niños, Niñas y Adolescentes de Puerto Cabello.
Aún prioriza la cultura
Actualmente Ella está por licenciase como Educadora Integral, mención Desarrollo Cultural, mientras afirma: “Si hay alguien que se ríe del mundo, esa soy yo. Me siento feliz”. Sin embargo, considera que para extender su felicidad, desearía administrar una Casa de la Cultura en Puerto Cabello, pero teme que sea sólo un sueño, pues esa institución ni siquiera existe en la ciudad.
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